Para los ojos Europeos, un lugar como la Selva Valdiviana es abrumador. Resulta complicado encontrar palabras adecuadas. Durante la formación que se ha desarrollado en la primera semana de Noviembre en el parque Oncol, he podido visitarla y experimentar en primera persona un lugar posiblemente de otro tiempo. De lo poco que queda de un pasado lejano.
Entrar en los pequeños pasajes que recorren oncol,es atravesar un umbral. La humedad se cuela por todas partes. Un universo goteante y gélido que parece inmóvil en el tiempo. Los colores vibrantes de la primavera austral estallan por todas partes. El suelo está cubierto por una alfombra orgánica de materia en descomposición, que amortigua los sonidos hasta convertirlos en pequeños crujidos al caminar.
Las hojas del canelo, árbol sagrado de los mapuches, tiene un suave olor ácido cuando están verdes. Es fácil encontrar su olor mientras caminas entre los estrechos senderos. Cuando mueren, el olor se torna más fuerte. Un olor a pimienta intenso y fragante. Olores desconocidos para olfatos urbanos.
Los sonidos, en su mayoría desconocidos, se funden entre la desordenada vegetación.Todo lo que escucho, sin excepción, es nuevo y extraño. Con los días, y gracias a los participantes, voy reconociendolos. Sobre todo, el Chucao. Su canto, imprevisible, brota oculto a través de la cortina de árboles y helechos.
Todas las formaciones son siempre en sitios en donde la naturaleza es la protagonista. Siempre buscamos un lugar en donde asombrarnos. Es como un viaje. Hacia delante, y un poco hacia atrás. Volver a lo sencillo, y por que no decirlo, a lo salvaje. Domesticado quizá, pero salvaje.
Resulta interesante el aprender a gestionar todas las sensaciones que se generan durante un paseo por un lugar tan abrumador para los sentidos. La conexión se produce a muchos niveles, y sobre todo, de forma muy diferente para cada uno de los que participamos . Desde la magnífica desolación del desierto de Atacama, hasta las gélidas tierras del sur, Chile es un país de enormes contrastes. Poder conocer un retazo de esa riqueza, es algo único.
Curiosamente, el momento seguramente más intenso a nivel de sensaciones no solo mías, sino de todo el grupo, fué durante el baño de bosque, que no fué en un bosque. Una playa desierta, de arena oscura, rodeada de colinas onduladas cuajadas de todos los matices de verde que mi retina puede asimilar. Pilolcura, la oreja de piedra. El viento, la arena,las pequeñas casas de madera con vistas al océano infinito. Como apunte personal, me sorprendió que el Océano pacífico, no hiciese honor a su nombre. Me imaginaba unas orillas calmadas y ténues, y la realidad es que las olas rompían con firmeza sobre las rocas.
Nunca una semana pasó tan rápido para mi. El cielo nocturno austral, comprobar el efecto de coriolis de forma empírica, disfrutar de la maravillosa Gastronomía Chilena. Merken, cochayuyo, cachai,Po… palabras nuevas, vivencias nuevas, sensaciones nuevas.
Siempre es bueno volver a casa. Para recordar y para asimilar lo vivido. Me quedo con la sensación de aprendizaje y sorpresa ante todas las maravillas que he podido ver durante toda la formación. Observar la evolución de los particiantes y como de lo individual, se pasa a lo colectivo. Un grupo que comparte, que vive y que respira de forma conjunta. Nunca es sencillo afrontar una formación. Los horarios estrictos, las sesiones teóricas, las charlas. Es sencillo olvidar el entorno que te rodea en la vorágine que supone la primera parte presencial de la certificación.
Sin embargo, están también la charlas de café, las conversaciones al lado del fuego, los descansos entre clases. Todas las personas que asistieron, trajeron con ellas todas sus vivencias, sus dudas y sobre todo sus ganas de aprender y de comenzar a explorar las posibilidades y formas en las que un baño de bosque puede ser una experiencia restaurativa y de bienestar.
Mientras tanto, y ya desde casa, la Selva Valdiviana permanece en mi memoria. Una formación más, y un grupo de guías nuevo que se une al FTI. El camino sigue surgiendo a cada paso que damos, de formas inesperadas y siempre constructivas.
Paco es Guía Certificado de Baños de Bosque por el Forest Therapy Institute (EFTI), formador en prácticas y mentor de guías. La práctica de los baños de bosque es la base sobre la que desarrolla sus proyectos para la creación de experiencias en la naturaleza. Percusionista aficionado con formación musical y apasionado de la escritura, ambas disciplinas son fundamentales en su vida.
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